¿La magia del primer beso?
¿La magia del primer beso?
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Pues bien, en este día que celebramos el beso, hablaré un poco de esa primera experiencia que tuve…. Y aunque quizá estés esperando que sea una historia de esas que llenan de mariposas el estomago, realmente siento decepcionarte, pues mi primer beso no fue exactamente la historia más romántica de la humanidad… porque realmente no levité…
Mi primer beso fue exactamente a los 15 añitos, hace ya 16 años (por favor no hagas cuentas) y este evento, aunque no fue sacado de la historia de la Bella Durmiente, si quedó marcado en mi cerebro como un de los episodios más importantes de mi vida.
Es importante aclarar que a mis 15 años tampoco era la adolescente más delicada, hermosa y juiciosa; en realidad desde muy temprana edad fui una chica bastante inquieta! Me gustaban cosas poco comunes. Amaba los insectos y los reptiles, y no me gustaban las mascotas convencionales, si no que en cambio tuve tarántulas, mantis religiosas, ratones e incluso tenía un gran talento para crear negocios, así que en el último piso de la casa de mi mejor amiga, que además era mi vecina, montamos un museo de cosas raras que se parecía más a un insectario de mala muerte que a otra cosa. Se llamaba “TierRaRa” y coleccionábamos bichos, piedras o cuanta cosa extraña que te puedas imaginar.
No me gustaba mucho peinarme y siempre mi ropa se veía como un desastre porque me encantaba meterme a pantanos, escalar montañas, subirme a los árboles y hacer cuanta travesura se me podía ocurrir.
Estudiaba en un colegio campestre mixto y era bastante popular; era amiga de casi todo el colegio porque era muy sociable. Pero había un grupo de chicas muy distintas a mí, que eran bastante vanidosas y siempre estaban súper arregladas y por lo tanto eran las favoritas de los chicos…
Entre estos muchachos había un chico llamado Pablo… el era rudo, tenía el pelo largo, rubio, mechudo, se vestía con camisas esqueleto con estampados de bandas de Heavy Metal y ya sus papás le habían dejado hacerse un pirsing en la ceja. Además, caminaba entre una mezcla de rokero, tigre y gorila que no sé porque derretía a todas estas hermosas chicas y muy en secreto también a mí. Yo, era bastante amiga de Pablo, el me trataba casi como a un amigo más, además porque nos encantaba montar skate y más de una vez llegamos a la casa casi con los huesos rotos, pero lo único que me preocupaba realmente era disimular al máximo que se me salían las babas por este chico rebelde que no era además precisamente el más estudioso, le encantaba buscar pleitos con otros muchachos y siempre estaba en rectoría por mal comportamiento.
Pero a pesar de estas características que hoy con mis hormonas disciplinadas lo veo como lo más desinflante, yo solo soñaba con besar este anti-principe azul e incluso recuerdo que ensayaba el beso con un peluche o veía películas para entender este arte que para mí parecía casi como una ciencia oculta.
No tenia ni idea en qué momento se metía la lengua, como hacían las narices para no colisionarse, no entendía en que momento se empezaban a cerrar los ojos y eso de la mordidita de labio ni pensarlo, eso prácticamente era talento de ligas mayores.
Así que para resumir la historia un poco, invité al anti-principe a mi casa para jugar… recuerdo que salimos al parque; eran las 6 pm y yo que me peiné y traté de lucir lo más linda posible, e incluso me lavé los dientes unas mil veces. En un momento entre juego y risas nos acercamos y el me dijo que le parecía linda (cosa que me sorprendió y sonrojó) y me besó….
Yo había ensayado tanto este beso soñado como ecuación factorial, que quizá por los nervios hice todo tan absolutamente mal que como lo dije al inicio, estas mariposas más bien fueron chapolas en su lecho de muerte. Incluso cuando me estaba dejando llevar para poder levitar y levantar el pie como una damisela, mis padres llegaron en ese justo instante.
El regaño fue como del fin del planeta para mí. Me castigaron de una manera que solo hoy agradezco. Me sacaron del colegio y me mandaron a vivir a un pueblo (Entrerríos) con mis tíos en donde viví durante un año y estudié en un colegio muy disciplinado. Perdí total contacto con el anti-principe hasta el día de hoy…
Y colorín Colorado este cuento se ha acabado.
Posdata: No fuimos felices ni comimos perdices (Gracias a Dios)
Un beso,
Laura, team Nihlo